Materiales que ayudan a tener una sensación térmica más fresca en casa
En estos meses de tanto calor, te presentamos diez materiales ordenados en función su capacidad de refrescar el ambiente, de mayor a menor, sigue leyendo que a continuación te explicamos por qué ocurre esto…
· El acero, los metales suelen sentirse muy frescos por su elevada conductividad siempre que la temperatura ambiente no supere los 36 grados; pero cuidado, porque pueden generar condensaciones y también calor si están en contacto con el exterior y sin aislar.
· El mármol, y las piedras en general, son frescas, sobre todo si no reciben radiación directa del Sol. El mármol, además, presenta muchos acabados y formatos.
· El granito es de las piedras con mayor conductividad térmica y su precio es muy asequible, aunque estéticamente seguramente no sea el material ideal.
· Las baldosas de cerámica siguen siendo un material que refresca el ambiente, aunque si conductividad sea la mitad que la del mármol, su reducido espesor le resta inercia térmica.
· El pavimento continuo cementoso es un material equiparable a la baldosa, pero al tener un espesor considerable, mejora las propiedades de la baldosa en cuanto a inercia.
· La pizarra o piedra volcánica son piedras equivalentes a las areniscas o calizas en cuanto a conductividad, pero su color oscuro las hace más calidad, sobre todo si reciben radiación directa del sol.
· Las propiedades de la arcilla son muy similares a las de la baldosa cerámica, aunque su menor densidad y mayor porosidad reducen su conductividad. Eso sí, las piezas son más gruesas.
· La piedra arenisca o caliza, representa al tacto una sensación de frescor un 40% inferior al mármol y un 30% inferior al granito, pero un 65% superior al parqué.
· Los pavimentos continuos, como el linóleo, ya sean de resinas naturales o artificiales, presentan una conductividad baja y, por tanto, son más bien cálidos, equivalentes a la madera.
· Solo la moqueta o el corcho tienen una sensación térmica más cálida que la madera, eso sí, las maderas duras son algo más frescas que las blandas.
A continuación, te presentamos algunos casos que te ayudarán a entender mejor el propósito de esta entrada de blog. El secreto está en la conductividad de los materiales que nos envuelven, la humedad y en tus sensores biológicos.
¿Por qué algunos lugares de una misma vivienda los sientes más frescos que otros? ¿Qué parámetros intervienen en estas sensaciones? Tu organismo mantiene en todo momento un equilibrio térmico con ayuda de varios mecanismos biológicos complejos.
En este proceso el organismo pierde calor (sientes frío o un ambiente fresco en función de la velocidad de pérdida) o absorbe calor (sientes calidez o sofoco) en función de las condiciones climáticas del ambiente que lo rodea, pero… ¿puedes controlar estas condiciones en un interior? La respuesta es un sí a medias.
Puedes suavizar estas condiciones para lograr en el interior un ambiente siempre ligeramente más confortable que en el exterior mediante medios pasivos (sin consumo energético) tanto para climas mayoritariamente fríos como cálidos.
Hoy nos centraremos en éstos últimos. Sentir un espacio cálido o fresco dependerá de qué tipo de intercambio de calor promueva el espacio en el que te encuentras, si le cedes calor o lo absorbes.
Éste intercambio de calor depende de varios parámetros algunos de los cuales sí que puedes controlar, como la temperatura ambiente, la temperatura superficial de los materiales, la humedad atmosférica, las corrientes de aire, la conductividad térmica de los materiales de contacto y, evidentemente, de la vestimenta.
La sensación de calor o frio es siempre relativa dependiendo de la diferencia de temperatura entre interior y exterior. Se estima que entre un 40% y un 60% de la pérdida de calor del organismo se produce por radiación que depende directamente de la temperatura superficial de los cerramientos que lo rodean.
Para que la temperatura superficial de los materiales sea baja, la vivienda deberá de tener una orientación adecuada, un asoleamiento controlado y un aislamiento térmico correcto. Hoy nos centraremos en las cualidades específicas de los materiales.
La más relevante en este aspecto será la conductividad térmica o lo que es lo mismo, la capacidad de conducción de calor y la temperatura superficial de los materiales.
De forma extremadamente resumida, podríamos decir que cuanto más alta es la conductividad de un material más rápido absorbe o libera calor al ambiente y más rápido absorbe calor de tu organismo al entrar en contacto con él, o lo que es lo mismo, te parecerá más fresco al tocarlo.
Por este motivo, los metales siempre parecen estar frescos (si no les ha estado dando el sol) y del mismo modo se calientan después de varios segundos tocándolos hasta que parecen estar a tu misma temperatura.
Para que te hagas una idea, diremos que la familia de los metales son los elementos de construcción más conductores que existen, aunque, por ejemplo, el aluminio es 4,5 veces más conductor que el acero. No obstante, no recomendamos recubrir los espacios interiores con metal dado que conllevan otro tipo de problemática relacionada con contaminación eléctrica y puentes térmicos.
Las piedras de todo tipo son materiales de alta conductividad a pesar de estar muy lejos de los metales. Dentro de este grupo pondríamos los granitos como los más frescos seguidos de los mármoles y las areniscas, pizarras y volcánicas, aunque estas dos últimas tienen el hándicap del color oscuro que tiende a absorber el calor mucho más que los colores claros.
Los pavimentos cerámicos también pueden considerarse frescos, aunque son del orden de un 50% o un 25% menos conductores y su habitual estructura delgada permite que cambien muy rápido su temperatura superficial porque tienen muy poca inercia térmica.
Los pavimentos de madera, moquetas o pavimentos continuos naturales o sintéticos son considerados cálidos por su baja conductividad entre otras propiedades.
Y no debes olvidarte de las paredes revestidas en yeso sobre paramentos cerámicos, su conductividad es hasta 4 veces menor que el mármol, pero sigue siendo 5 veces mayor que la madera. Al ser un material que normalmente reviste los espacios pero que no entra en contacto directo con las personas tanto como el suelo, es una opción válida como complemento a un espacio que pretende ser fresco.
Imagínate un interior que esté totalmente revestido de piedra caliza o de hormigón y los techos en blanco o también de hormigón visto, y ese mismo espacio revestido con moqueta y las paredes y techo forradas en madera. La imagen que te imaginas seguramente te transmite sensaciones muy contrastadas.
Ahora imagínate que es el mes de julio y abres una ventana a norte por la que entra una ligera pero continua brisa de aire algo más fresco que el del interior que ya se encuentra algo cargado…
¿Qué espacio crees que variará antes su temperatura? ¿Cuál crees que se sentirá fresco al tacto antes? Y, en definitiva, ¿Cuál piensas que mantendrá el frescor más tiempo una vez pare la brisa? La respuesta siempre es la misma.
Por último, te daremos un pequeño truco para refrescar sensiblemente un espacio interior. Uno de los principales mecanismos del organismo para bajar su temperatura de forma drástica es el sudor, la cantidad de energía que te roba el agua depositada en tu piel para poder evaporarse es muy elevada y de este modo puedes recuperar la temperatura corporal de forma casi inmediata a través del sudor.
Esta estrategia se puede aplicar a una interior; en momentos de extremo calor puedes fregar el suelo o frotar la pared con un paño húmedo y bajarás la temperatura ambiental y superficial varios grados, siempre y cuando la humedad relativa del ambiente sea baja. Es decir, cuando el calor es seco y no húmedo, el llamado bochorno.
Esperamos que toda esta información te haya ayudado a entender mejor los materiales que te rodean en tu casa. ¡Nos vemos en la próxima entrada!