La naturaleza es nuestro entorno evolutivo, somos seres vinculados a ella, rodeados de sus colores, aromas, luces, sombras y formas.

La Sagrada Família (Barcelona, Catalunya) de Antoni Gaudí.

El entorno natural ha servido de inspiración para el diseño arquitectónico desde siempre y nunca ha dejado de generar ciertas tensiones con los sistemas estandarizados y rígidos que se imponen desde el sector de la construcción.

Sin la naturaleza como inspiración, arquitectos como Gaudí, Brunelleschi, Le Corbusier, Mies Van der Rohe, Alvar Aalto o F.Ll. Wright no se encontrarían entre los referentes arquitectónicos más utilizados en universidades de todo el mundo.

Este movimiento nace de la observación de la naturaleza y del esfuerzo titánico de buscar la manera de crear objetos arquitectónicos de belleza y armonía absolutas, es decir, aquello que al ojo humano resulta más hermoso que no es otra cosa que la propia naturaleza.

Su secreto no es otro que la proporción, pero no cualquiera. Es una relación matemática que se encuentra en incontables ocasiones en los entornos naturales más heterogéneos y que todos hemos oído nombrar en alguna ocasión: la proporción Áurea. Desde la forma que dibujan las nubes en un tornado, la proporción que estructura el cuerpo humano, y hasta la estructura molecular del ADN.

A partir de esta relación matemática se pueden construir rectángulos áureos en los que su lado largo y corto guardan esta proporción; pero también triángulos, cubos, esferas, cúpulas y en definitiva cualquier objeto o volumen arquitectónico.

Termas imperiales romanas de Tréveris – Siglo II. Extracto del libro «Geometrías Sagradas» de Stéphane Cardinaux

La siguiente cuestión cae por su propio peso. ¿Qué ocurre hoy en día? ¿Se sigue investigando en el desarrollo de esta armonía y belleza universales en la arquitectura? Lo cierto es que se trata de un estudio más particular que global, es decir, se muestra en las universidades de arquitectura y diseño de interiores, incluso en algunas escuelas de estética y, seguramente, también en las facultades de diseño de producto. Pero la investigación queda a cargo de cada especialista y de su inquietud.

Hoy en día se han añadido al estudio conceptos antes desconocidos o ignorados como es el de “la calidad energética” de aquellos espacios creados a partir de la divina proporción frente a los que no.

Sin ir más lejos, las geometrías fractales que se dibujan en ciertas estructuras de la naturaleza, desde las semillas de los girasoles hasta la estructura molecular del ADN, y que se sabe que tienen su origen en la proporción áurea, han sido adaptadas a complejos urbanísticos o simplemente a distribuciones de prototipos de vivienda unifamiliar.

Otras teorías como el Feng Shui taoísta, basado en miles de años de estudios de comportamiento, aseguran que ciertas formas geométricas y colores son más apropiadas que otras para desarrollar determinadas actividades.

Por ejemplo: formas triangulares y colores cálidos para actividades deportivas o extrovertidas, formas cuadradas y colores ocres para actividades en familia, formas circulares y colores pálidos para actividades de creación y estudio, formas onduladas y colores azul oscuro para actividades de relajación y descanso, etc.

En la actualidad, muchos estudios de arquitectura siguen realizando el extenuante trabajo de diseñar algunos de sus proyectos a partir de la divina proporción, tratando de poner su granito de arena en la historia del estudio del origen de la belleza universal.

Curiosamente, la arquitectura más orgánica y hermosa que se ha construido recientemente se ha hecho de forma intuitiva, a partir de la prueba y error de maquetas de trabajo resultando que, en muchos casos, el diseño definitivo guarda una cercanía asombrosa con la proporción Áurea. Y es que no podría ser de otra manera, porque resulta bello a nuestros ojos.

Iglesia de Lavigny (Suiza) – Siglo XI. Extracto del libro «Geometrías Sagradas» de Stéphane Cardinaux

La disciplina más aceptada en occidente que contempla todos los aspectos apuntados hasta ahora es la Bioconstrucción. Esta especialidad cuenta con más de 50 años de recorrido en Europa y promueve un diseño y construcción biológicamente compatibles; es decir, aboga por un diseño de entornos lo más afines a nuestra naturaleza y, por supuesto, libres de cualquier tipo de agente patógeno.

Lo interesante de la Bioconstrucción es que tiene en consideración cualquier teoría o disciplina como una opción totalmente viable para experimentar con ella y sacar conclusiones. El estudio de la armonía global a través de la proporción Áurea o las teorías de la filosofía taoísta, de donde nace el Feng Shui, no son una excepción.

Según los expertos en esta área, existe un gran obstáculo que no permite que este tipo de diseño se extienda, como a priori parece que debería, y que dificulta el asentamiento de todas estas teorías sobre el diseño ideal y global: la propia sociedad. Mientras ésta no comience a solicitar un diseño en armonía con la naturaleza y biológicamente compatible, la industria no pondrá toda su energía en la mejora de estos aspectos desde un punto de vista técnico.

La inmensa mayoría de sistemas de construcción y diseño actuales se basan en la estandarización y la ortogonalidad, dos conceptos inexistentes en la naturaleza y, por tanto, representa un gran reto para cualquier diseñador tratar de crear espacios orgánicos nacidos de la observación de la naturaleza y que, a la vez, sean económicamente viables.

Es paradójico pensar que, a pesar de que estamos “diseñados” para vivir inmersos en la naturaleza y percibamos lo natural como bello y armónico, hayamos creado a nuestro alrededor un gigantesco sistema artificial de creación de espacios para habitar que, a pesar de todos nuestros esfuerzos, son poco habitables desde un punto de vista biológico y evolutivo.

En definitiva, no existe una respuesta a las preguntas de cuáles son la altura o las dimensiones de planta perfectas para una vivienda, o cuál es la dimensión ideal de una puerta. Estas cuestiones y muchas otras se siguen debatiendo y forman parte de la labor social de cualquier arquitecto o diseñador el trabajar en ellas para profundizar en la formulación de una respuesta que, seguramente, nunca será taxativamente aceptada.

Lo que sí que está totalmente aceptado por la comunidad científica es la existencia de estructuras complejas como el propio cuerpo humano, que se rigen por la aplicación de la proporción Áurea de forma sistémica en los elementos que las componen.

Si extrapolamos esta realidad al diseño de un edificio podemos pensar en volúmenes y espacios muy cerca de los estándares de construcción y también de la proporción Áurea. Podríamos así crear un entorno complejo en su conjunto pero que estudiado en detalle no será otra cosa que una adaptación del entorno natural a nuestro sistema de construcción.

Por lo tanto, ya para concluir, no existe la medida perfecta. Este dato siempre nacerá de la persona, el conjunto de personas o la actividad que se desarrolle en el lugar bajo estudio pues es una necesidad funcional. El secreto estará en proporcionar bien el diseño global a partir de ese dato.

Casa Avi (Matadepera, Catalunya) de Indi Arquitectura.

¡Hasta la próxima entrada!