Una de cada cuatro personas en España padece algún trastorno del sueño. El problema es que nos empeñamos en buscar remedios médicos (químicos o naturales) en lugar de crear un entorno propicio y adoptar unos hábitos adecuados para lograr un descanso reparador y saludable. Las soluciones muchas veces son más sencillas y asequibles de lo que creemos.
Hoy vamos a desgranar algunos de los secretos para diseñar un dormitorio que asegure un descanso 100% regenerador.
RECUPERA EL CICLO NATURAL DEL DÍA
Hasta la irrupción de la iluminación eléctrica en nuestros hogares, hace más o menos 150 años la rutina de nuestro descanso venía marcada por el ciclo del día y la noche.
La electricidad ha proporcionado la creación de atmósferas artificiales en los espacios interiores que nos impiden distinguir el momento del día en que nos encontramos y es muy necesario recuperar esta sensibilidad para descansar bien.
OSCURECIMIENTO. Un dormitorio debe permitir a su usuario llevar a cabo la rutina del descanso con una iluminación suave, mínima y cálida, y además debe poder oscurecer el espacio casi al 100% durante las horas del sueño. Un sistema domótico programado para actuar en función del momento del día es perfecto para esta necesidad.
ELECTROMAGNETISMO. La introducción de la electricidad en los hogares ha creado una contaminación electromagnética que impide la regeneración celular durante el sueño. Hay que minimizar este problema y recuperar el ciclo natural del día que a veces oculta la iluminación artificial.
REDES INALÁMBRICAS. Los aparatos electrónicos inalámbricos como teléfonos o redes wifi producen campos electromagnéticos capaces de atravesar las paredes de una vivienda con suma facilidad. Por eso conviene apagarlos por la noche y evitar su uso en los dormitorios.
INSTALACIÓN ELÉCTRICA. Para minimizar los campos electromagnéticos necesitaremos una instalación eléctrica con interruptores seccionadores de corriente en el área de dormitorios. Estos deberán ubicarse también alejados de las zonas más tecnificadas de la vivienda.
HÁBITOS ADQUIRIDOS Y HÁBITOS SOCIALES
Puede decirse que el ser humano tiene dos tipos de hábitos: aquellos adquiridos evolutivamente y los adquiridos socialmente.
Los hábitos evolutivos son los que marcan parámetros que intervienen directamente a la hora de tomar decisiones en el diseño arquitectónico de una vivienda, y concretamente de un dormitorio. Un hábito evolutivo es, por ejemplo, es el de irnos a dormir cuando se va el sol.
Los hábitos adquiridos por la sociedad en la que vivimos deberemos de trabajarlos de forma individual cada uno de nosotros, y la arquitectura que nos rodea poco podrá hacer. Un hábito socialmente adquirido es el de ingerir grandes cantidades de calorías poco antes de ir a dormir, algo tan innecesario como habitual.
TEJIDOS NATURALES. La ropa de cama también ayuda a mejorar la calidad del sueño. Los tejidos naturales y anti ácaros regulan la humedad relativa de la estancia absorbiendo y liberando agua según la necesidad del ambiente.
EL PAPEL FUNDAMENTAL DE LA GLÁNDULA PINEAL
La oscuridad y la ausencia de campos electromagnéticos son fundamentales para un descanso óptimo. Una demostración clara la vemos en la actividad de la glándula pineal o epífisis. Es la encargada de generar melatonina, una hormona hipno-inductora (que induce al sueño) fundamental para disminuir la oxidación de nuestro organismo. De ahí a que se la relacione con la regulación de los ciclos de vigilia y sueño (ritmos circadianos).
Bajo los efectos de la luz o de campos electromagnéticos, la glándula pineal disminuye drásticamente su productividad.
CABECEROS. Hay que evitar los cabederos o estructuras de cama de acero ya que amplifican la existencia de campos electromagnéticos y contaminación electroestática. Si fuese imposible disminuir esta última se puede conectar la estructura de la cama a la toma de tierra de la vivienda para eliminarla.
ROCOGIMIENTO. La sociedad suele entender por un dormitorio ideal aquel que es muy grande, pero lo cierto es que conviene que el espacio de descanso sea lo más recogido posible. Este ha de transmitir protección o de lo contrario el cerebro no acabará de desconectar y el reposo no será total.
PROTECCIÓN. Es muy importante disponer de un gran paño de pared tras la cama o, en su defecto, un gran cabezal que haga de pared protectora. Relajar el subconsciente ofreciendo seguridad es muy importante para el descanso.
VENTANA. Mejor a los pies de la cama. Es preferible que no estén tras el cabezal ni a la altura del torso ya que producen diferencias de temperatura localizadas que disminuyen el confort. Mejor si su ubicación se encuentra fuera del ámbito de la cama.
UNA “CUEVA” DE SUAVES FORMAS ORGÁNICAS
La geometría de un espacio dedicado al descanso debe de ser lo menos agresiva posible. Por eso no deberían existir formas extremadamente anguladas, con aristas muy marcadas o elementos de decoración que transmiten agresividad o extrema actividad. Un dormitorio debería ser como una cueva de suaves formas orgánicas.
TEMPERATURA. Para una óptima oxigenación del organismo durante el sueño es conveniente que el aire del dormitorio no supere los 18-20ºC en invierno y 24-26ºC en verano. Si el aire es muy cálido su molécula se dilata y cabe menos en nuestros pulmones, y entonces necesitaríamos respirar más rápido para oxigenarnos igual.
ILUMINACIÓN. Juega un papel fundamental en el dormitorio. Desde las horas previstas al descanso, la luz debe ser cálida y débil, como corresponde al atardecer. En cambio, el momento del despertar si que debe de acompañarse de una luz fría y activa como la luz natural de la mañana.
COLORES. Los más apropiados para el descanso son los que vemos en la naturaleza en plena noche: azul oscuro, gris e incluso negro, para el mobiliario o la ropa de cama. Son colores que transmiten introspección, recogimiento y relajación a través de la profundidad de sus tonos.
PREPARAR EL ORGANISMO PARA UN SUEÑO REPARADOR
Como si de medicina preventiva se tratase, si atajamos el origen del trastorno creando un entorno adecuado para un correcto descanso, muy probablemente dormiremos más horas y éstas serán de mayor calidad.
Muchos de nosotros, por ejemplo, hemos adquirido hábitos que no facilitan el descanso y que es mejor corregir. Entre dos y cuatro horas antes de ir a dormir, nuestra actividad cerebral debe ir disminuyendo paulatinamente, así que, aunque sea muy común, es preferible no leer antes de dormir (leer es una actividad muy creativa) y evitar ver la televisión o trabajar con un dispositivo electrónico.
Desde Indi Arquitectura esperamos que todos podáis conseguir recuperar el ciclo natural del día y alcancéis ese descanso profundo deseado por tantos. ¡Nos vemos en la próxima entrada!