¿Puede una distribución educar en la forma de habitar una casa? A priori, la mayoría pensará que no, pero de igual modo que todo el mundo come cada día y, no obstante, se le puede enseñar a cocinar mejor, también existen diversos parámetros que pueden mejorar la manera de disfrutar una casa.
Proyecto «Jardí» de Indi Arquitectura.
La sociedad evoluciona en toda su dimensión y la convivencia no es una excepción. En la actualidad, existen decenas de modelos de convivencia basados en la libertad de elección de cada individuo: la familia clásica, el piso de estudiantes, las familias monoparentales, las viviendas-estudio o las parejas sin hijos son algunos ejemplos.
Lamentablemente nuestra forma de diseñar y construir no ha sabido mantenerle el pulso a la evolución social y lo mejor que hemos sabido hacer es crear viviendas diseñadas para cada tipo de modelo de convivencia, como si una vez tomásemos una decisión de cómo y con quién queremos vivir, no pudiésemos cambiar de modelo nunca más.
Dicho de otro modo, hemos especializado la vivienda. Las piezas tienen unas determinadas características en función de si son dormitorios dobles o simples, si son salas de estar con o sin comedor, si tienen la cocina integrada o no… Todo está estandarizado y cada pieza tiene una función predefinida e ineludible.
Lo ideal sería que una vivienda fuese capaz de madurar con sus ocupantes y ofrecerles cierto margen de adaptación.
Proyecto «Casa Avi» de Indi Arquitectura.
DECIR “NO” A LOS ESTEREOTIPOS
La vivienda, sus ocupantes y los objetos que guarda son entidades indivisibles, un arquitecto no debe de olvidar nunca que diseña espacios que han de ser habitados. Como bien apuntan X. Monteys y P. Fuertes en su libro “Casa Collage”: “Las personas que habitan los edificios siguen siendo, en el fondo, los grandes olvidados de la arquitectura residencial”.
Una vivienda que, una vez amueblada, pierde parte de su esencia o calidad arquitectónica, es síntoma de un mal diseño arquitectónico.
Un buen ejercicio de observación que ayuda a liberarse de los estereotipos que se han ido incorporando en el diseño con el paso del tiempo es el de observar a niños utilizando objetos cotidianos de forma totalmente diferente a la que se había pensado cuando fueron diseñados y, a continuación, tratar de hacer lo mismo con el diseño que se tenga entre manos.
¿Qué pasa si colocamos el vestidor en la sala y el comedor en el vestidor? ¿Qué ocurre si movemos el estudio al distribuidor de entrada? El resultado suele ser que nada funciona fuera del lugar para el que lo hemos diseñado, el distribuidor es pequeño para colocar un estudio y la sala es enorme para un vestidor.
El problema es que no es tan extraño que una familia, de cualquier tipo, una vez adquiera una vivienda, ya lo haga con una idea muy clara de cómo la adaptará a sus necesidades. Por ejemplo, el cómo moverá y cambiará las funciones de las piezas para ajustar la distribución a sus hábitos y costumbres.
Pero en esto hay dos grandes inconvenientes: en primer lugar, que los espacios de su vivienda fueron diseñados para unos usos muy específicos y no adoptarán nuevos usos de forma tan ideal como ellos habían pensado y, acabarán modificando físicamente algunos de estos espacios.
Y, en segundo lugar, que muy probablemente estos cambios darán lugar a espacios con utilidades de nuevo muy específicas que, con el paso de los años, volverán a ser inadecuadas para las nuevas necesidades que el tiempo siempre comporta a las familias.
Proyecto «Tomasset» de Indi Arquitectura.
FELXIBILIDAD DE LOS ESPACIOS
Existe la posibilidad de caer en la trampa de una flexibilidad mal entendida, la de los muebles con ruedas o abatibles que pueden transformarse y desplazarse por un espacio que, al fin y al cabo, tiene un uso preconcebido.
La flexibilidad de los espacios es aquella que los asemeja o diferencia de forma más sutil de manera que algunos usos sí que puedan alternarse o intercambiarse a voluntad en función de las necesidades de sus ocupantes.
Así pues, podríamos diseñar una vivienda con varias salas equivalentes, evidentemente siendo unas más grandes que otras, pero sin una jerarquía tan marcada como la que hoy tiene la sala de estar sobre el resto de piezas.
Del mismo modo, las zonas de paso, con algo más de espacio y calidad, podrían devenir salas de juego, de lectura o de reunión y optar a ser valoradas no como metros perdidos sino como auténticos espacios utilizables y de paso al mismo tiempo. Esta multiplicidad de usos es la auténtica flexibilidad.
ESPACIOS SEMIPRIVADOS
Una de las principales características que los arquitectos explotamos en el momento de diseñar viviendas para parejas, es la relación permanente de espacios semiprivados. Se entiende la vivienda como un volumen de aire continuo donde se disponen de forma adecuada una serie de elementos que permiten la creación de estos espacios, capaces de dar solución a las distintas necesidades del hogar sin que sea preciso dividirlos físicamente.
Las dobles alturas con antepechos abiertos de obra permiten establecer relaciones permanentes entre áreas de uso muy diferente, como también lo hacen los espacios contiguos sin puertas que los independizan. Y los pavimentos continuos potencian este tipo de diseño.
ESPACIOS CAMALEÓNICOS
El ideal de distribución para un único ocupante es el de un espacio camaleónico, capaz de transformarse a voluntad de su único habitante. Sin límites, sin divisiones, sin espacios especializados; cuantos más metros cuadrados puedan sumarse a ese espacio cambiante, mejor.
Un recurso muy interesante son los contenedores de pared, es decir, mobiliario a medida capaz de regularizar el perímetro de un gran espacio a la vez que contiene todo el equipamiento necesario para la vivienda: Cocina, cuarto de baño, almacenaje, biblioteca y un largo etcétera.
Estos espacios se generan en el perímetro de la sala principal y pueden crecer en profundidad a voluntad y tener la capacidad de abrirse y cerrarse para integrarse o “desaparecer” en función de la necesidad del usuario.
ESPACIOS PARA LOS PEQUES
Las viviendas para grandes familias suelen pecar de aburridas para los más pequeños. A veces nos olvidamos de que ellos son una parte fundamental en la forma de utilizar la casa, y se ven abocados a “padecer” unos años de existencia en un mundo que no se adapta a ellos hasta que alcanzan una determinada altura.
Algunos afortunados tienen una habitación de juegos que suele ser una estancia (de adultos) remodelada y adaptada con objetos especializados para niños. El mundo de los más pequeños no alcanza más allá de los 115 cm, que es su radio de acción según un estudio del arquitecto E. Arroyo. Es un 1,15 m de tratamientos de materiales, puertas, ventanas y objetos que deberían de ser pensados para esa estatura.
LA COCINA
Es evidente que existen ciertas limitaciones, fundamentalmente tecnológicas, que limitan la capacidad de adaptación de algunos espacios. Y ese es el caso de las cocinas y cuartos de baños, piezas de difícil modificación.
Durante los últimos 30-40 años, la cocina se había convertido en algo así como un equipamiento igual de necesario que molesto, reduciéndolo a la mínima expresión en las viviendas, hasta hace relativamente poco.
Afortunadamente, ha habido un cambio de tendencia en el diseño de los hogares que, paulatinamente, ha devuelto a la cocina ese carácter vertebrador de la vivienda que siempre ha tenido, y es alrededor de ésta donde debemos de articular el resto de espacios habitables puesto que no tendrían razón de ser sin su existencia. Una casa sin cocina bien podría ser un museo o unas oficinas.
Proyecto «Casa Avi» de Indi Arquitectura.
Esperamos que el artículo de hoy os haya ayudado a comprender mejor como funciona la distribución de los espacios. ¡Hasta la próxima entrada de blog!